04 febrero 2007

POR EL VALLE DE LECRÍN



































































































































Situado al Sur de Granada el Valle de Lecrín, el Valle de la Alegría como lo llamaron los árabes cuando lo tuvieron delante de sus ojos allá por el siglo VII, es una comarca de sorprendente belleza: cielos puros y azules que se mezclan con paisajes idílicos e impresionantes; barrancos, colinas, perdidas ermitas, castillos que nos cuentan la historia y la suya tan propia, masas de pinares oxigenando el entorno y el horizonte por el que a veces desaparecemos; todo a la vez y combinado bajo un enjambre de almendros sobre esta tierra tan olorosa mostrándonos sus singulares formas y su creación predilecta, naranjales y limoneros encendidos por todas partes e iluminándonos con sus frutos a semejanza de pequeñas bombillas; tajos espectaculares y agua abundante; mucha agua que escuchamos y tocamos bajo una red de acequias impresionante...
Ese contraste y mezcla de colores que se desprenden desde enero ya tornándose en blanco, verde, anaranjado, amarillo, azul, violáceo... Doblemente blanco cuando se juntan la flor del almendro con la nieve de Sierra Nevada como paleta de fondo de este cuadro inmejorable y que aquí destaca en forma de viva naturaleza.
En la comarca del Valle de Lecrín están integrados los municipios de Albuñuelas, Dúrcal, Lecrín, Nigüelas, El Padul, El Pinar, El Valle y Villamena. El origen de muchos de estos pueblos se remonta a la época musulmana, mientras que otros pueblos surgieron tras la reconquista de Granada, en 1492, por los Reyes Católicos.
Son pueblos encalados, blancos por dentro y por fuera, con callejuelas estrechas y empinadas, plazas donde sentarse a charlar tranquilamente cualquier día del año bajo esa temperatura tan agradable (no olvidemos que su temperatura media anual es de 17ºC), iglesias donde alzar la vista al cielo es descubrir sus altos campanarios, destacando sobre las apretadas casas que los abrazan.
Este Valle, en donde la alegría corre en forma de fragancia, de acequias, de agua que descansa ahorrándose ante la Presa de Béznar, limita al Norte con la Vega de Granada, al Este con las altas cumbres de Sierra Nevada y la Alpujarra Granadina (siendo el Cerro del Caballo, con sus tres miles, el que se alza más cercano), al Oeste con las Sierras de los Guájares, las Albuñuelas y Alhama, y al Sur por la Sierra de Lújar que vigila en forma de extensa y gran atalaya ese paso hacia el Mediterráneo y la Costa granadina.
Total que, tan sólo 25 minutos lo separan de Granada. Escaso tiempo ante la magia que se te ofrece, engulléndote en unas pocas horas hacia este disfrute real y tangible de esta hermosa abertura en forma de vergel, entre las altas cumbres que lo custodian y resguardan.
Este derrame en donde el olor del azahar, el de la flor del almendro, se te quedan impregnados en la piel, en la vista, en su recuerdo que perdura y que te arrastra a volver, una y otra vez, una vez tras otra…
Hacia él nos dirigimos hoy desde Granada, para volver a visitar Restábal, Albuñuelas y Saleres, 3 de los 19 pueblos que forman esta mancomunidad, constituida bajo los 8 municipios al principio indicados y cuya composición es la siguiente: El Padul - Dúrcal - Nigüelas - Lecrín (Acequias, Béznar, Chite, Mondújar, Murchas, Talará) - Albuñuelas - El Valle (Melegís, Restábal, Saleres) - Villamena (Cónchar, Cozvíjar) y El Pinar (Pinos del Valle, Ízbor, Acebuches, Tablate).
Salimos desde la capital en vehículo tomando la Autovía de Motril, para abandonarla por la salida de Lecrín (el antiguo Talará) para acercarnos hasta Restábal, a 38 km.de la misma y a 538 metros de altitud, y en donde dejamos el vehículo aparcado.
Ya en las inmediaciones de su Ayuntamiento lo dejamos estacionado para tomar, a pecho abierto, la Calle del Calvario y nunca mejor dicho. Una gran cuesta hormigonada que sube y sube, elevándonos hasta los depósitos municipales de agua de este hermoso pueblo al que luego regresaríamos, al finalizar la marcha, a por el vehículo para retornar a Granada.
Dejamos a nuestra izquierda el Cortijo de la Mora, en donde existe una gran era empedrada, y tras llegar al primer cruce de caminos seguimos todo recto, dejando la visita a la Ermita del Cristo del Zapato para otra ocasión desechando el carril de la izquierda y que primero pasa por el Camping de propiedad municipal, hoy cerrado a cal y canto. ¡Una verdadera lástima que no sean aprovechadas estas instalaciones dentro de este bonito paraje rodeado de belleza!
El carril sigue subiendo en su trazado unos cuantos de cientos de metros más para empezar a llanear, ya sobre un firme de tierra, mientras que a nuestro paso nos van saliendo robustos ejemplares de jara, aulaga, romero, matapollo, marrubio, esparraguillo, esparto, escobones, retama y lecheterna.
Desde esta cota divisamos algunos de sus hermosos pueblos y que llenan este precioso Valle como Murchas, Melegís, Mondujar, Lecrín, Chite y las Albueñuelas, que es al que nos dirigimos ahora por un rugoso firme hormigonado y que tomamos en descenso al final de unos cuantos kilómetros a nuestras espaldas; llevándonos de nuevo a otra encrucijada de caminos. El de la derecha nos bajaría a Saleres, el de la izquierda y el que nosostros tomamos, en un fuerte y corto ascenso, nos lleva hasta otro nuevo carril de tierra.
Giramos a la izquierda y continuamos la marcha. Dejamos atrás dos nuevos desvíos que nos salen a la derecha en forma descendente, y al llegar al tercero, casi rebasado el municipio de las Albuñuelas y que llevamos viendo un buen rato al otro lado del valle (en el margen izquierdo orográfico, río abajo), lo tomamos todo en picado.
Atravesamos primero una extensa área de matorral que nos llega hasta la altura de los hombros a modo de un campo de trigo; llegamos después hasta las ruinas de un cortijo, en donde se termina el carril, continuando por una vereda tras un giro de 90º a la izquierda y que va zigzagueando entre pequeñas paratas en su mayoría sembradas de cítricos. Senderillo que asciende de nuevo un buen rato, salvando un pequeño barranco, para desembocar en un nuevo camino agrícola y que debemos de tomar en sentido descendente con un nuevo giro a la izquierda en su recta final hasta encontrarnos en el cruce con la GR-7; para seguidamente, una vez cruzado el río, con las hermosas vistas antes de sus Cahorros de frente, y habiendo dejado atrás una gran roca caliza desprendida, a nuestra derecha, llamada el Garbanzo, acercarnos hasta el corazón de este bello municipio de las Albuñuelas, tras un último esfuerzo y una vez coronado el Camino del Río y que te deja justo al lado de una vivienda que destaca sobre el paisaje, pintada a la antigua usanza nazarí, con ese color ocre-rojizo, llamada La Goleta. Estamos en el Barrio Alto de las Albuñuelas a 738 m.a.
A escasos metros de aquí dejamos atrás la tablilla indicadora de la GR-7 apuntando hacia nuestras espaldas, hacia “Los Prados de Lopera 3H.”
Aquí, en Albuñuelas, situados ya a la izquierda del Barranco de Río Santo, en un extremo de la Sierra de la Almijara, merece la pena adentrarse en la Sierra de las Albuñuelas para disfrutar de paisajes y parajes como la Fuente del Cañuelo, un yacimiento situado a 10 kilómetros de la localidad por el carril que comunica con la carretera de Almuñécar. Cuenta una leyenda que a veces, al regresar andando de la sierra al anochecer, se le aparece a los caminantes una extraña luz, la ‘Luz de la Rambla’, y que los acompaña hasta un molino situado a la entrada del pueblo, volviéndose después ella sola a la sierra. Pero esta incursión la dejaremos para otra ocasión, para cuando los días sean más largos, por si acaso...
Después de visitar sus lavaderos, la Plaza del Ayuntamiento con su fuente saltadora incluida, de rebuscar entre sus rincones callejeando, beber de sus pilares, de observar el contraste de los dos campanarios que conviven juntos (uno más moderno y metálico, el otro más antiguo y de piedra), hacemos una breve parada en el Mesón del pueblo para degustar el mosto del lugar y que nos sabe a gloria del paraíso. Y ya, todo recto (que había que volver en coche), tomar la vereda que nos lleva a Saleres y que se inicia en la Calle Mojón, tomando el Camino el nombre de esta misma calle y situada en el Barrio Bajo, para realizar, al poco, la parada obligatoria para el avituallamiento con las hermosas vistas de esta enorme y verde hondonada.
Ya sólo es seguir esta vereda, convertida en tramo de la GR-7, y que desciende entre multitud de hazas de labor en forma de pequeñas paratas y de propiedad minifundista; en donde se cultivan patatas, habas, habichuelas y multitud de hortalizas (amén de esa inagotable y vistosa arboleda formada por azufaifos, granados, caquis, acerolos, nísperos, membrillos, limoneros, naranjos y con algunos tramos entre chumberas y cañaverales), hasta cruzar de nuevo el río de las Albuñuelas o Río Santo, ya en el pueblo de Saleres a 560 m.a., y dirigirnos hacia Restábal, continuando por la GR-7, para retomar el coche y encaminarnos hacia Granada. Pero antes hacemos una pequeña parada en Melegís, en el Bar-Restaurante Los Naranjos, para tomar café y comprar unas cuantas mallas de naranjas como fruto y recuerdo de estas tierras. Disfrutando, acto obligado y recomendado, tras ello de las magníficas vistas que ofrece el Mirador de las Alvirillas, situado enfrente del restaurante. El balcón fue construido en el año 2005 por la escultora Elena de Vicente, y está compuesto por un salpicado de esculturas ingeniosas y coloristas (sofás, sillones, etc.etc...) inspiradas en las historias de los emigrantes que en los años 50 y 60, del siglo pasado, tuvieron que dejar el Valle para trabajar en países como Francia, Alemania o Suiza. Desde este mirador, es posible contemplar la cola del embalse de Béznar, Sierra Nevada, el campo de El Valle y los pueblos de Melegís y Pinos del Valle.

Punto y final de esta agradable marcha, hoy un poco deslucida por las nubes que no dejaban ver las altas cumbres de Sierra Nevada con esa blancura que sirve de contraste contra estos hermosos paisajes, en donde, los naranjos, los limoneros, los almendros, hoy estaban vestidos con sus mejores trajes de gala, invadiendo con sus frutos, ramas y flores incluso las veredas, los carriles; al abrigo de grandes ejemplares de olivos que primeramente ocuparon estas tierras y que después sus habitantes eficazmente han sabido conjuntar en sus parcelas, inundando el Valle con estos contrastes, bajo estos colores tan vivos y cálidos, tan naturales.
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- Accesos: Desde Granada hasta Restábal (38 km. aprox.) en vehículo. Regreso: viceversa
- Itinerario: Restábal - Las Albuñuelas - Saleres- Restábal.
- Trayecto: circular
- Distancia recorrida: 20 km.aprox.
- Número de Participantes: 4
- Dificultad: Baja
- Duración: 6 h. 1/2 (incluidos descansos y paradas)
- Agua: en los 3 pueblos visitados.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Felicidades por esos domingos de placer que proporcionais a todos vuestros sentidos, yo también los disfruto, varios dias despues, cuando me deleito con esas bellas imágenes que aportais y por esos oportunos comentarios impregnados de exquisita sensibilidad y de auténtica composición poética, supongo inspirados por la armonia de vuestro grupo con los maravillosos parajes de nuestro entorno natural.
Felicidades....os suelo ver todas las semanas.

José Medina (joseme) dijo...

Muchas gracias amigo anónimo por esas palabras de aliento y dirigidas hacia esta bitácora.

intercambio dijo...

Gracias por este y otros blogs
Fotos de estas rutas en
http://saleres.tk